Ideas para escribir una novela II: desarrollo del libro

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Lo siguiente tal vez consista en esa otra parte indispensable para escribir ficción, en especial novela: dejarse llevar por un estado de duerme-vela durante el cual se intenta (o debería intentarse) ejercer la menor crítica, es decir, la menor autocrítica, sobre lo que va surgiendo. Pero, ¿Qué va surgiendo? Material inconsciente, profundo, relativamente desconocido, maldades, brutalidades, y todo lo que un hombre tiene dentro. Freud escribió: “El inconsciente asesina por bagatelas”[1] . De eso se trata. De asesinar, violar, destruir, renegar tanto como sea posible, a través del texto. ¿Se es responsable ante tanta perversidad, tanta patología puesta en palabras? En un sentido total sí, en el sentido del compromiso sartreano. El compromiso, ya quedamos, no debe tener un color partidista, aunque resulte difícil evitar la visión política implícita. El compromiso, repitámoslo, es con el hombre, con sus pasiones, con su dolor de existir y con esa situación en ocasiones olvidada: su condición desamparada y miserable ante la omnipresencia del mundo. Ante los objetos revelados. Hay que dejarse llevar por eso. Ardua tarea si se anteponen frenos y autocensura; algunos autores, sobre todo en los primeros años de escritura, creen que están hablando de ellos mismos; se toman a la letra aquella afirmación de Vargas Llosa de que escribir ficción, y sobre todo novela, es realizar un streap tease de afuera para adentro[2] . Como estar desnudos y vestirse a pausas, pudorosamente. El primer relato que publiqué era una novela corta de unas cien cuartillas, escrito en primera persona por un narrador joven que era el hijo bastardo de un “segundo frente”. Cuando la leyó un amigo mío me miró en forma grave y comentó: “No sabía que eras hijo natural”. Quedé admirado porque ello no es cierto, pero me impresionó lo que podía suponerse del autor ante un texto; me sentí orgulloso, asimismo, porque mi relato adquirió tales tonos de verosimilitud que había engañado a un amigo cercano.


                             [1] Freud, S.: Dostoievski y el parricidio. Obras completas. Amorrortu. Buenos   

                                Aires, 1976. Tomo XXI, pp. 175-191.

                             [2] Vargas Llosa, M. Op. Cit., pág. 22.

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